Carta a mi hija:
Querida hija. Cada día que pasa me asombro más y más de la mujer que te has convertido. Hoy quiero agradecerte por regalarme tantas risas e ilusiones nuevas. Cada vez que te veo arreglar y ponerte linda me robas una sonrisa. Veo la mujer en que te has convertido. Como has cambiado las muñecas por labiales y carteras.
Gracias por incluirme en los asuntos de tu corazón y en tus sueños aunque creas que son los más locos. Si supieras que mientras más locos suenan es que me doy cuenta lo alineados que están con tu esencia. Porque tú no eres común, tú no eres igual a otras. Tú eres tú, única, irrepetible y llena de mucho fuego. Muchos dirían que eres terca y hasta difícil. No los culpo. Pues cuando se te mete algo en la cabeza vas por eso sin frenos y puedo decir que de una manera u otra casi siempre lo logras. Eres puro fuego que pones arder cuando menos lo espero y difícil de extinguir. A esa brasa ardiente la amo y la admiro. Cuando te veo en rojo vivo, veo detrás todas esas emociones y ese carácter sin domar. Esa pasión y pura candela que se prenden para hacer juego con tu pelo.
Hoy me preguntabas que me gusta de ti, porque te amo. Mi cabeza se disparó cual proyectil. Son tantas, tantísimas las cosas que amo de ti. Amo como amas la naturaleza, el mar, los deportes, los animales y estar al aire libre. Amo tus carcajadas y tu necesidad de sentirte libre y vivir sin posturas. Amo verte cantar, bailar y actuar. Amor verte defender tu portería cuando jugas futbol mientras sudas y despeinas tu hermosa cabellera. Amo verte ser generadora de buenas noticias, hacer feliz a los que amas, sorprenderlos y alegrarle su día. Eres la que suelta una carcajada en medio de la misa. La que se pone a bailar en la camilla de una emergencia. La que saca la lengua como niñita de dos años para enchinchar a tu hermano. Eres la que le encanta hacer cosquillas. Eres esa que pone ojitos de perrito arrepentido cuando quieres que te compren helado. Eres la que pone de remate a más de uno. Eres el total caos en medio de la nada. Eres mi cascabel, ese que deseo que por siempre suene y alegre mi vida. Por eso es que no paro de contemplarte, besarte y abrazarte. Pues sé que muy pronto cuando ya te hayas marchado de mi lado serán otros que gocen de ese privilegio.
Te amo sin ninguna razón y con miles de ellas.
Te amo mi Tununa
Foto: Mi hija Daniela en Cafe del Sol. Juan Dolio. Rep. Dominicana